domingo, 13 de abril de 2008

Santos Alazraqui


Me hubiese gustado conocerlo más. Su altura y su presencia infundían respeto. Pero no recuerdo jamás una actitud proporcional al "miedo" que podíamos tenerle. Sus notas eran generosas, como así también su confianza en nosotros. Entraba "de golpe" y no pocas veces nos sorprendía la agilidad de sus piernas largas en medio de un mini kilombo de primera hora. Supongo que como era el rector se organizaba las primeras horas para impartir su "Italiano" y quedar después libre para ejercer su "tiranía".

Decía "Cioe" y nos secábamos y nos reíamos. Recitábamos "La Quercia". Convivimos con él sin traje en Rio Turbio (le saqué una foto sin que se diese cuenta, de su pelada).

Más tarde supe que le gustaba la literatura y hasta creo que escribió algún libro. Fue traductor de obras de Pitigrilli. Ahí comencé a rodearlo con el aura de este autor y me gustó más.

"Ecco Novello...", Y me ganaba. Yo no podía entender cómo un señor tan importante, elegante y lleno de gestos amables pero imponentes podía acordarse de mi nombre. Tampoco entendía cómo esa mañana de calor podía hacer un lugar en su agenda seguramente tan ocupada a un padre que necesitaba explicaciones de cómo su hijo se había llevado 2 materias a diciembre (un tema tan tonto, pensaba yo). Y juro, por lo que más quiero, que cuando mi viejo hablaba con él, cruzaba miradas de complicidad conmigo. Esto generó en mi la promesa de que no lo iba a defraudar. No se de qué manera, pero no lo iba a defraudar nunca.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender".

Qué tiempos. Yo me acuerdo de que “el tano” traía evaluaciones personalizadas, ya tenían nuestro nombre escrito. Era raro porque podría haber generado desconfianza, sin embargo nadie cuestionaba esto. Y además venían en un piloncito ordenado según nuestra ubicación en el salón. «Lei fá turismo, Aguirre» (corregime, Lidia, si lo escribí mal), recuerdo me dijo una vez que me había cambiado de banco para un examen. Y me hizo volver a mi sitio original, todo debía estar “ordenado”. Y nosotros, creo, lo aceptábamos bien; es verdad lo que dice Horacio, la mayoría llegó a respetarlo. Y además aprendimos bastante italiano, yo pude rendir algunos niveles libres en la facultad. Pero estaban pasando otras cosas con “el tano”. Hace unos años me encontré con esa ayudante de laboratorio, ¿se acuerdan de Mabel? Creo que su apellido era Cicco. Ella se acordaba de nosotros, y mucho de Alazraqui, el santo. Me contó que se había enterado de que había muerto en un accidente automovilístico en Europa, y que ella no lo sentía para nada. El tano la había denunciado a sus superiores por tener ideas de izquierda, y parece que durante un tiempo su vida y la de su familia corrió peligro; y según contó muchos habían sido perseguidos por sus denuncias.
No sé… Desde ese entonces no pude recordar más al tano como antes.
Parece que nos "tocó en suerte una época extraña…".

horacio novello dijo...

También fuimos sobrevivientes de esa época.
No pretendo rescatar ni salvar a nadie de ningún lugar.
Mirá lo que dice un tal Cozarinsky de Pitigrilli (Dino Segre 1893-1975), quien escribió novelas con nombres tan impopulares para la época como "Cocaína".

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-979-2004-03-20.html

Alazraqui fue el traductor de este hombre (anarquista según Humberto Eco) y yo creo que su amigo. Se dice que no hay encuentros casuales.

Siento mucho lo de Mabel. De ser como dice que fue, es una hijoputez.

horacio novello dijo...

El enlace aquí no funciona.
El mismo enlace que te digo está puesto en la entrada principal con el nombre de "Pitigrill" .