sábado, 10 de mayo de 2008

Yo presentía que iba a ser una noche como la que fue.
Este mes de reencuentros en el blog, en los mails, con las fotos, y hasta con llamados telefónicos impensables me parecían un indicio de lo que iba a suceder, había muchas ganas.
Lo que no sabía era lo que iba a sentir cuando los viera. Y los abrazos, los besos, las risas fueron muy de adentro, salieron de algún lado muy profundo donde, evidentemente, habían permanecido todos estos años (29, Nachita, no 28).
Y tenían que salir y fue ayer en un encuentro extraño, con una voz que nos llegaba del más allá, cada vez más potente, que se apoderaba de los parlantes del equipo y ocupaba toda la pantalla de una noteboock (manden esas fotos que sacaron de Horanove dentro del aparato); un noche de gritos de alegría y silencios de emoción y de escucha. Y de una confianza increíble, como dice Nacha, hay algo que se mantuvo ahí, lo más esencial de nosotros, eso que nos unió allá por los setenta seguía intacto, por eso fue todo tan fácil, tan espontáneo, tan como nosotros, ¿no? Gracias a todos por venir a mi casa y quedarse de alguna manera en ella.

Los quiero mucho. Clau A

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1 comentario:

horacio novello dijo...

Gracias Clau por tu disponibilidad y ayudar a que nos pudiéramos comunicar.

Mi sensación fue la misma que sentís cuando probás con el pie el agua de la pileta. Decís "qué buena que está el agua" y después te tirás. En diciembre me tiro yo.